El proceso de individuación y la democracia cognitiva

Para citar este artículo:
Arcia G., John H. (Abril de 2016). El proceso de individuación y la democracia cognitiva. Web universo arke. revista-aion, Número 0, Abril de 2016. Recuperado de: https://www.universoarke.com/revista-aion/numero-0-abril-de-2016/el-proceso-de-individuacion-y-la-democracia-cognitiva. Diciembre 06, 2024 - 02:41
  • Versión en Español
  • English Version

El “autoentendimiento hermenéutico” y la “intersubjetividad de orden superior”, una opción para alcanzar la “vida auténtica”

 

Resumen

El “Autoentendimiento Hermenéutico” y la “intersubjetividad de orden superior” se presentan como dos procesos lógicos de la mente desde los cuales es posible alcanzar la “vida auténtica”, en un marco contextual en el que la democracia cognitiva es un precepto moral desde la acción comunicativa. El “Autoentendimiento Hermenéutico” presupone la superación lógica de otros procesos mentales como el yo, el ideal del yo y el aspecto cultural de la mente en cada sujeto. Desde esta perspectiva se considera que el proceso de individuación es el que inspira la consecución de la “vida auténtica”, aun cuando, el contexto en general no esté dispuesto a “aceptar” sujetos de éste orden mental.

 

Palabras clave

Autoentendimiento, Hermenéutica, Intersubjetividad, Vida auténtica, Democracia cognitiva,Pensamiento, Lógica.

 

“Los elementos opuestos convergen, pero de sus divergencias brota la más bella armonía; de hecho, la realidad entera surge de la confrontación”

Heráclito de Efeso

 

El epígrafe anterior permite reflexionar sobre los momentos que emergen en una conversación, y se caracterizan por estar vinculados a discursos en los que hay oposición. En muchas ocasiones, dichos discursos en oposición generan estados mentales desde los cuales los sujetos se tornan desconfiados, sigilosos con su opuesto, resistentes a pensamientos que les parecen absurdos…; entre otros estados que pueden estropear una oportunidad en el mundo de la vida para la comprensión y entendimiento del otro.

Heráclito “el oscuro” tal vez no era “oscuro”, posiblemente era un genio para la época, sí se piensa en lo que dice Carl Gustav Jung:

“… no es sorprendente que los efectos internos […el influjo del inconsciente colectivo sobre la psique individual...] resulten incomprensibles y que a quienes los experimenten se los considere excepciones patológicas, cuando no dementes. Pero si casualmente se trata de un verdadero genio, sólo lo reconocerá como tal la segunda generación o la siguiente”[1].

La anterior expresión del psiquiatra suizo, se da en un contexto en el que se reflexiona sobre la moral y su magnitud en lo social. En líneas del libro “Las relaciones entre el yo y el inconsciente”, se puede leer la siguiente afirmación: “Sin libertad no puede haber moral”[2]; y con ello es posible interpretar que Jung lo que está indicando son cosas como las siguientes: el proceso de “individuación” es fundamental para la “conexión” con lo colectivo; el proceso de “individuación” se hace fértil en contextos culturales desde los que psicológicamente es posible pensar con libertad, sin temor a equivocarse y mucho menos a ser juzgado moralmente por ello. El proceso de individuación es básico para el desarrollo moral y de la personalidad de los ciudadanos.

El desarrollo de la personalidad se encuentra relacionado con el proceso de “individuación”, y éste último, consiste en que cada ser humano debe tener la posibilidad, en el contexto que habita, de pensar libremente y conocerse a sí mismo. En este proceso el sujeto encuentra en toda conversación un pretexto para escuchar-se, una excusa para transitar por el logos como invita a hacerlo Heráclito[3].

Heráclito puede ser aquel genio al que se refiere Jung – “…sólo lo reconocerá como tal la segunda generación o la siguiente”-, de hecho James Hillman[4] y Wofgang Giegerich[5] lo consideran el precursor de la psicología profunda. Un genio que logra ver en la divergencia de los opuestos que convergen, opciones para alcanzar la armonía; lo que permite que a través de su pensamiento ofrezca ideas que se sostienen vivas en la historia. Podría decirse que desde la perspectiva de Jung, lo que puede diferenciar en las épocas posteriores al loco del sabio, es la capacidad de éste último para pensar de una manera lógica tal, que las ideas adquieren vida -lógica-. Una vida que no se encuentra supeditada a la vida biológica, sino, una vida lógica de las ideas[6].

La vida lógica de las ideas permite que las teorías de Platón, Aristóteles, Descartes, entre otros, adquieran actualidad en cada momento de la historia occidental. El discurso no se agota con la historia de vida personal, va más allá de ésta; es otro aspecto fundamental en el proceso de “individuación”. Como dice Hans Georg Gadamer “Heráclito… es todo un buscador de sí mismo”[7], y la prueba de ello la reconoce cuando se percata de que el filósofo de Efeso se refiere a los conceptos psyché y lógos de manera distinta que los poetas de la época. La filosofía de Heráclito no se agota con la vida de los hombres, ni con las épocas; se conserva lógicamente viva y con ella, la prueba de que el proceso de “individuación” no es enteramente personal.

El presente escrito considera que la sentencia de Heráclito de Efeso que se encuentra como epígrafe, es un motivo interesante para pensar si los momentos de oposición -lógica- que emergen en la conversación y con más precisión, en la “acción comunicativa”, pueden ser desencadenantes del “Autoentendimiento Hermenéutico” como principio básico para la transformación del ser humano en el diálogo. Se pretende mostrar que el “Autoentendimiento Hermenéutico” puede ser una vía a través de la cual se piense la formación de ciudadanos con capacidad argumentativa en la “intersubjetividad de orden superior”.

“Autoentendimiento Hermenéutico” e “intersubjetividad de orden superior”[8], son procesos importantes en un proyecto político en el que los ciudadanos desde el discurso práctico-moral, según Jürgen Habermas, amplían idealmente “la comunidad de comunicación de la que partimos” [9]. Esta ampliación ideal puede ser proyectada en el horizonte de futuro de la comunidad, y dicha proyección –como proyecto político- tiene sus bases en la acción comunicativa del mundo de la vida y en lo que cada ciudadano desde el discurso ético-existencial hace para responder: “¿cómo debo comportarme, qué debo hacer?”; preguntas que se cruzan con decisiones importantes en las que el sujeto no sabe lo que quiere.

“Quién en decisiones importantes para su vida no sabe lo que quiere, tendrá al cabo que preguntarse quién es él y quién quisiera ser”

Jürgen Habermas (1991)

Jürgen Habermas considera que el “Autoentendimiento Hermenéutico” es una forma de reflexión que disuelve autoengaños en momentos del mundo de la vida, donde se encuentran en juego ilusiones muy importantes para el sujeto[10]. También es un proceso mediante el cual la persona se torna críticamente consciente de la propia biografía y la manera como se proyecta en el horizonte de futuro. Además, fundamenta las valoraciones fuertes que contribuyen en la construcción histórica de cada quién y su identidad, que en el caso del presente escrito puede llamarse “individuación”.

“Autoentendimiento Hermenéutico” e “individuación” no son conceptos contradictorios, ambos confluyen en discursos en los que se considera al lenguaje como un medio para la comprensión y el entendimiento del otro, discursos en los que la libertad adquiere importancia para el ejercicio político y la moral. Pero además, en estos procesos es posible que el sujeto alcance una madurez acorde con dicha libertad, la cual es viable en contextos de democracia cognitiva, donde se pueda reflexionar sobre los caminos que estructura el pensamiento en la mente y a la vez, estar atento -en acción comunicativa- de lo que el otro representa en el Logos[11].

El “Autoentendimiento Hermenéutico” proporciona al sujeto un contexto lingüístico donde la “argumentación pública” le obliga a desligarse del egocentrismo, que acompañado de algunas creencias hacen que el individuo se imagine como el único estandarte de la mente. El sujeto en esta posición individual cree que sólo el yo es responsable para presentarse en el mundo de la vida, pero desconoce, que se muestra algo más que un individuo en la acción comunicativa. Por este motivo Habermas dice: “Distancia reflexiva respecto de la propia biografía sólo puede obtenerla el individuo en el horizonte de formas de vida que comparte con otros y que, por su parte, constituyen el contexto para distintos proyectos de vida”[12].

La “Distancia reflexiva” es otra característica del “Autoentendimiento Hermenéutico”, puesto que este movimiento mental es indispensable para reconocer que el yo[13] no está solo, ya que el ideal del yo también le acompaña. El ideal del yo se puede interpretar en Habermas como la proyección que el sujeto hace de sí mismo y el choque que tiene con lo que el componente normativo del contexto cultural espera que sea. El componente normativo del contexto cultural no es un aspecto exclusivamente externo a la mente, puesto que las alarmas que primero activan las restricciones morales en el sujeto están ubicadas en ella misma. Freud al respecto dice: “La cultura se ve obligada a realizar múltiples esfuerzos para poner barreras a las tendencias agresivas del hombre, para dominar sus manifestaciones mediante formaciones reactivas psíquicas”[14].

Las formaciones reactivas psíquicas se presentan en la mente del sujeto, pero no son patrimonio exclusivo del yo, puesto que dichas formaciones también se encuentran mediadas por el orden cultural. De allí que sea posible interpretar que mentalmente hay presencia de la cultura, el ideal del yo y el yo en cada sujeto; pero además, de aquel agente responsable de la “Distancia reflexiva” que lógicamente no es el yo, ni el ideal del yo y tampoco la presencia cultural en la mente. Porque si fuera el yo, entonces la reflexión estaría supeditada al marco de referencia de “la génesis biográfica”; si fuera el ideal del yo, la reflexión se reduciría al “componente normativo”[15] que lo representa; y si fuera la cultura, posiblemente la excepcionalidad del sujeto se difuminaría en la masificación colectiva[16].

El agente que desde la “Distancia reflexiva” observa objetivamente, es el “Autoentendimiento Hermenéutico” -otro aspecto lógico de la mente- que emerge en el momento en que el sujeto se torna crítico de la propia biografía y de la trama del contexto normativo[17]; además, requiere de la acción comunicativa para que por medio de los otros, el sujeto se vea como “proyecto echado o arrojado ahí”[18].

El “Autoentendimiento Hermenéutico” encuentra un territorio propicio para su formación en la tensión entre los discursos ético-existenciales y práctico-morales, tensión que como dice Habermas, se presenta en momentos importantes de la vida. Estos momentos exigen reflexión desde preguntas tales como: “¿Cómo debo comportarme, qué debo hacer?”.

Posteriormente Habermas dice: “Quién en decisiones importantes para su vida no sabe lo que quiere, tendrá al cabo que preguntarse quién es él y quién quisiera ser”. En ésta expresión las preguntas “quien es él” y “quién quisiera ser”, no tienen el mismo sentido que las anteriores “¿Cómo debo comportarme, qué debo hacer?; porque las primeras indican una vuelta del sujeto sobre sí mismo y desde la “Distancia reflexiva”, pensar críticamente al yo, ideal del yo y la cultura. Las segundas preguntas, por el contrario, están en primera persona del singular, es decir, se elaboran desde el yo.

Habermas lo que está indicando es que para alcanzar el “Autoentendimiento Hermenéutico” no basta con preguntar, sino que también es un requisito, pensar el sentido que desde la mente orienta dicha pregunta. El sujeto es quién decide en los momentos importantes de la vida el nivel de cuestionamiento al que quiere llegar, pero la gran mayoría de las personas no superan el nivel del yo.

Habermas no propone el “Autoentendimiento Hermenéutico” como un método de reflexión “que disuelva autoengaños” solamente, es una postura frente al mundo, una actitud ante la vida; desde la que el sujeto supera al individuo para alcanzar la “intersubjetividad de orden superior”. Pero además, éste filósofo alemán puede estar pensando, cuando habla de “Autoentendimiento Hermenéutico” e “intersubjetividad de orden superior”, en dos procesos mentales que son fundamentales para la “ampliación ideal de la comunidad de comunicación de la que partimos, pero desde la perspectiva interna de esa comunidad de comunicación”[19].

Habermas habla de una comunidad ideal en la que la argumentación pública es práctica ciudadana desde la acción comunicativa; mientras que el “Autoentendimiento Hermenéutico” y la “intersubjetividad de orden superior” son procesos mentales que sustentan lógicamente dicha acción. Es importante aclarar que a la “intersubjetividad de orden superior” se le considera proceso mental, pero sólo emerge como tal, cuando el sujeto desde el “Autoentendimiento Hermenéutico” logra superar lógicamente al individuo.

El filósofo alemán considera que desde el plano del discurso ético-existencial, lo que orienta hacia la “intersubjetividad de orden superior”[20] es la aspiración “del individuo a su propia autorrealización, es decir, está dirigido a la capacidad de decisión de un individuo que se resuelve a una vida auténtica”[21]. Lo más interesante es que cuando el individuo decide alcanzar una “vida auténtica”, ésta surge del entrelazamiento de las perspectivas de cada uno con las perspectivas de los demás[22].

En la “intersubjetividad de orden superior” según Habermas, se supera el saber intuitivo del mundo de la vida hacia un “observador ideal”[23] que da apertura a la objetividad del discurso. Este “observador ideal” se sustenta desde la configuración lógica que ocurre en el proceso de individuación y que al superar las perspectivas egocéntricas de mundo, da apertura a contextos donde la acción comunicativa moviliza propuestas políticas desde proyectos de vida compartidos.

El “observador ideal” promueve el diálogo de la mente cultural consigo misma, luego de haber superado las barreras egocéntricas que fragmentan el discurso individual del colectivo. En este estado de cosas, el sujeto no tiene el temor de perder la individualidad superada, ya que hay un “observador ideal” que salvaguarda la “vida auténtica” en un contexto de democracia cognitiva. Es posible que Jürgen Habermas reflexione también sobre el horizonte de futuro desde la misma comunidad en la que habita, a una comunidad donde la “vida auténtica” es un derecho del sujeto y la democracia cognitiva un precepto moral.

La “vida auténtica” es propia de aquellos sujetos que comprenden la importancia que adquiere socialmente el “uso pragmático, ético y moral de la razón práctica”; además, por aspiración a la “autorrealización” deciden superar lógicamente la estructura moral del contexto que habitan. La oportunidad para ello la encuentran en la acción comunicativa que les obliga a preguntarse: “¿Cómo debo comportarme, qué debo hacer?, pero a la vez, emerge el comportamiento crítico acerca de sí mismo desde las preguntas: “quién es él y quién quisiera ser”. Éste es un movimiento lógico de la mente, porque el sujeto cuestiona desde la acción comunicativa su forma de actuar en contexto y a la vez, reflexiona críticamente sobre ¿quién es ese que cuestiona el actuar?, ¿cómo se ve en horizonte de futuro?

La “vida auténtica” es aquella en la que el sujeto desde la acción comunicativa comprende los preceptos morales, pero por la aspiración que tiene a la “autorrealización”, en ocasiones debe tomar decisiones prácticas que pueden afectarle significativamente. Un ejemplo de ello es la siguiente frase de Rousseau:

¡Alma mezquina! ¿Crees que con dinero das a tu hijo otro padre? Pues le engañas, ya que ni siquiera le das un maestro; ese es un sirviente y muy pronto formará otro como él. Se razona mucho sobre las cualidades de un buen preceptor. La primera que le exigiría, y esta sola supone otras muchas, es que no fuese un hombre vendible…[24]

Rousseau en esta frase implícitamente manifiesta que un maestro no puede ser “un hombre vendible”, porque dicho hombre es un esclavo y de esta manera formará a las demás generaciones. Es bien sabido que Rousseau vive en el siglo XIX, pero la metáfora de maestro que presenta en “Emilio o la Educación” puede ser un punto de referencia para la discusión sobre el maestro contemporáneo. Si se supone que el maestro contemporáneo no es un esclavo, entonces este no debe entrar en rencillas absurdas con los demás maestros por cuestiones argumentativas, ya que en el territorio académico la argumentación pública es un precepto moral.

En la academia “el me gusta o no me gusta” algún discurso, no puede ser un criterio de juicio para determinar la validez de un argumento. Tampoco debe estar como maestro el sujeto que movido exclusivamente por una perspectiva egocéntrica, considera importante el estatus de “preceptor” y para sostenerlo incluso agacha la cabeza ante la autoridad, aunque en el fondo tenga argumentos para defender ideas subversivas.

El maestro en esta perspectiva, debe estar en capacidad para argumentar públicamente desde la “intersubjetividad de orden superior”, pero sobre todo, ser auténtico en la acción comunicativa, ya que no tiene temor de fundamentar lógicamente sus argumentos. Fundamentar lógicamente sus argumentos implica la “Autocomprensión Hermenéutica”, en la cual configura desde la “Distancia reflexiva” al “observador ideal”. En este caso el maestro sabe que en cuestiones académicas, la moral es superada por el derecho a la libertad de pensamiento; así mismo, las instituciones educativas promueven foros de deliberación cobijados por la democracia cognitiva.

El maestro que esté interesado por la “vida auténtica” puede estar igualmente en un contexto educativo donde la democracia cognitiva está ausente y en su lugar, se encuentra el servilismo a la autoridad. Éste maestro puede practicar la aspiración a la “autorrealización” y ser un gran académico, pero los demás no le consideran como tal; por el contrario, se convierte en una molestia porque mientras éste –el maestro- cuestiona las contradicciones lógicas de los demás, los otros al no distinguir entre el discurso del ego y los demás procesos mentales, lo toman como ofensa personal. El ejemplo muestra la pertinencia que tiene la propuesta de Jürgen Habermas, respecto al “Autoentendimiento Hermenéutico” y la “intersubjetividad de orden superior” como opciones para alcanzar la “vida auténtica”.

En cuanto al caso del maestro, según la expresión de Jung respecto al loco y el genio; es posible que al maestro auténtico se le considere un loco, porque los compañeros confunden argumentos con ofensas; más la historia probará lo siguiente: que la supuesta locura de aquél, no era más que la ceguera colectiva de la masa ante la vida lógica de las ideas. Entre tanto, Heráclito de Efeso dice: “Los elementos opuestos convergen, pero de sus divergencias brota la más bella armonía; de hecho, la realidad entera surge de la confrontación”.

 

Bibliografía

FREUD, Sigmund. El malestar en la cultura. Obras Completas. 4ª edición. Biblioteca Nueva: Madrid, 1981.

GADAMER, Hans Georg. El inicio de la sabiduría. Paidós: Barcelona, 2001.

HABERMAS, Jürgen. Aclaraciones a la ética del discurso. Libro electrónico.

JUNG, Carl Gustav. Las relaciones entre el yo y el inconsciente. Paidós: Barcelona, 1990.

KERENYI, K.; NEWMANN, E.; SCHOLEM, G. y HILLMAN, J. Arquetipos y símbolos colectivos. Círculo de Eranos I. Anthropos: Barcelona, 1994.

ROSSEAU, Jean-Jacques. Emilio o la Educación. Bruguera: Barcelona, 1975.

 

Webgrafía

Martin Heidegger que titula “Logos” y que está inspirado en el fragmento 50 de Heráclito. En: http://homepage.mac.com/eeskenazi/logos.html

GIEGERICH, Wolfgang. ¿Es “profunda” el alma? Introduciéndose y siguiendo el movimiento lógico del “Fragmento 45” de Heráclito. En: http://homepage.mac.com/eeskenazi/gieger_logos.html

GIEGERICH, Wolfgang. Prefacio a “La Vida Lógica del Alma. Hacia una noción rigorosa de la psicología”. En: http://homepage.mac.com/eeskenazi/gieger9.html

 

[1] JUNG, Carl Gustav. Las relaciones entre el yo y el inconsciente. Paidós: Barcelona, 1990. Pág. 65.

[2] Ibíd. Pág. 64.

[3] Una reflexión interesante en relación con el Logos y el conocimiento, se puede encontrar en el escrito de Martin Heidegger que titula “Logos” y que está inspirado en el fragmento 50 de Heráclito. En: http://homepage.mac.com/eeskenazi/logos.html

[4] KERENYI, K.; NEWMANN, E.; SCHOLEM, G. y HILLMAN, J. Arquetipos y símbolos colectivos. Círculo de Eranos I. Anthropos: Barcelona, 1994. Pág. 156.

[5] GIEGERICH, Wolfgang. ¿Es “profunda” el alma? Introduciéndose y siguiendo el movimiento lógico del “Fragmento 45” de Heráclito. En: http://homepage.mac.com/eeskenazi/gieger_logos.html

[6] GIEGERICH, Wolfgang. Prefacio a “La Vida Lógica del Alma. Hacia una noción rigorosa de la psicología”. En: http://homepage.mac.com/eeskenazi/gieger9.html

[7] GADAMER, Hans Georg. El inicio de la sabiduría. Paidós: Barcelona, 2001. Pág. 13.

[8] “Autoentendimiento Hermenéutico” e “Intersubjetividad de Orden Superior” son dos conceptos importantes para las teorías de Jürgen Habermas; y el presente escrito los aborda desde el texto “Del uso pragmático, ético y moral de la razón práctica”.

[9]  HABERMAS, Jürgen. Aclaraciones a la ética del discurso. Libro electrónico. Pág. 136.

[10] Ibíd. Pág. 128.

[11] La interpretación del Logos en medio del diálogo, es algo que filosóficamente piensa Martin Heidegger en el escrito “Logos (Heráclito Fragmento 40)”. En: http://homepage.mac.com/eeskenazi/logos.html [Consultado en: 1 de diciembre de 2010]. Heidegger parte de la siguiente sentencia de Heráclito: Para los que escuchan no a mí, sino lo que yo digo, la sabiduría consiste en reconocer que todas las cosas son, en realidad, una sola.

[12] HABERMAS, Jürgen. Aclaraciones a la ética del discurso. Libro electrónico. Pág. 135.

[13] Según Habermas “…el componente descriptivo que representa la génesis biográfica…”. Pág. 128.

[14] FREUD, Sigmund. El malestar en la cultura. Obras Completas. 4ª edición. Biblioteca Nueva: Madrid, 1981.

[15] HABERMAS. Op. Cit. Pág. 128.

[16] Respecto al fenómeno de masificación Jung dice: “Este desconocimiento de lo individual implica, naturalmente, sofocar la singularidad, con la cual se extermina en una comunidad el elemento de diferenciación. Este elemento es el individuo”. JUNG, Carl. Las relaciones ente el yo y el inconsciente. Pág. 62.

[17] HABERMAS.  Op. Cit. Pág. 128

[18] Ibíd. Pág. 135

[19] Ibíd. Pág. 136

[20] Esta plano también integra el discurso práctico – moral, pues como bien dice Habermas: “Sólo bajo los presupuestos comunicativos de un discurso universalmente ampliado en el que pudiesen tomar parte todos los afectados posibles y en el que en actitud hipotética pudiesen tomar postura con argumentos freten a las pretensiones de validez de normas y de formas de acción que se han vuelto problemáticas, se constituye la intersubjetividad de orden superior que es ese entrelazamiento de la perspectiva de cada uno con las perspectivas de todos los demás”. Pág. 136.

[21] Ibíd. Pág. 133.

[22] Ibíd. Pág. 136.

[23] Ibíd. Pág. 136.

[24] ROSSEAU, Jean-Jacques. Emilio o la Educación. Bruguera: Barcelona, 1975. p. 82.